Le vi en Portugal con una mirada lejana y me quedé obsesionado por él, lo creía yo. Pero él no era Vila-Matas, era un tal Dr. Pasavento, que así se me reveló más tarde.
El primero que me habló del autor de “Suicidios ejemplares” fue mi gran amigo portugués, Jorge Flores, que decía ser lo mejor escritor español vivo. Flores había ido a Póvoa de Varzim para una entrevista con Vila-Matas. Yo, que vivía cerca, en Oporto, fui al encuentro de los dos. Hablé con Flores, pero no con Enrique. Yo todavía no me había enterado de la fascinación del Dr. Pasavento por la desaparición...
Meses después, ya vivía yo en Barcelona, y leía Dr. Pasavento, descobrí que alguien que no yo, conocía Albert Cossery, mi laureado de 2006. Nada podría hacer si no rendirme a él. Pasé a buscar Vila-Matas por la ciudad, caminando cerca del Passeig San Joan o por las librerías de Raval. Empero él había desaparecido. Escribí a Flores, pero el no sabía como hallar el escritor catalán. Busqué por los organizadores de evento literário en Portugal, pero nadie sabía de él. Dr. Vila-Matas realmente había desaparecido. Contacté hasta los editores brasileños del autor, que eticamente me han negado cualquer medio de encontrarlo. Su vida y su literatura se mezclaban.
Un día, regresado a Brasil, me cayó en las manos una posibilidad de hablarle. Le escribí sin esperanza a él... pero me contestó en menos de 24 horas...
Hoy también quiero ser invisible. Y a pesar de que ya me había dicho eso Cioran, es a Vila-Matas que oigo.
Por enseñarme la posibilidad de vivir invisible, laureo Enrique Vila-Matas en este año de 2007.
El primero que me habló del autor de “Suicidios ejemplares” fue mi gran amigo portugués, Jorge Flores, que decía ser lo mejor escritor español vivo. Flores había ido a Póvoa de Varzim para una entrevista con Vila-Matas. Yo, que vivía cerca, en Oporto, fui al encuentro de los dos. Hablé con Flores, pero no con Enrique. Yo todavía no me había enterado de la fascinación del Dr. Pasavento por la desaparición...
Meses después, ya vivía yo en Barcelona, y leía Dr. Pasavento, descobrí que alguien que no yo, conocía Albert Cossery, mi laureado de 2006. Nada podría hacer si no rendirme a él. Pasé a buscar Vila-Matas por la ciudad, caminando cerca del Passeig San Joan o por las librerías de Raval. Empero él había desaparecido. Escribí a Flores, pero el no sabía como hallar el escritor catalán. Busqué por los organizadores de evento literário en Portugal, pero nadie sabía de él. Dr. Vila-Matas realmente había desaparecido. Contacté hasta los editores brasileños del autor, que eticamente me han negado cualquer medio de encontrarlo. Su vida y su literatura se mezclaban.
Un día, regresado a Brasil, me cayó en las manos una posibilidad de hablarle. Le escribí sin esperanza a él... pero me contestó en menos de 24 horas...
Hoy también quiero ser invisible. Y a pesar de que ya me había dicho eso Cioran, es a Vila-Matas que oigo.
Por enseñarme la posibilidad de vivir invisible, laureo Enrique Vila-Matas en este año de 2007.
«L.M.»
“¿¡Nome?! Não tenho… uma vez me chamaram Spelucchino, ¡seja lá que diabos isso for! Acho que tem algo a ver com meu espírito errante. Não porque sou um vadio, mas sim porque erro muito. Toda minha vida é um erro; mas não uma mentira conforme os senhores acusam e querem acreditar.”
(Leandro Müller, in Spelucchino ou A caminho de uma nova abjuração copernicana ou Sim, o sol gira em torno da Terra, ¿já posso voltar pra casa?)